En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero
oblicuo arfil y peones agresores.
Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobiena su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
Qué dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
[Jorge Luis Borges, Antologia Poética, 1923-1977, Alianza Editorial-Biblioteca Borges, p. 24-25]
Tan unidas están nuestras cabezas
y tan atados nuestros corazones,
ya concertadas las inclinaciones
y confundidas las naturalezas,
que nuestros argumentos y razones
y nuestras alegrías y tristezas
están jugando al ajedrez con piezas
iguales en color y proporciones.
En el tablero de la vida vemos
empeñados a dos que conocemos,
a pesar de que no diferenciamos,
en un juego amoroso que sabemos
sin ganador, porque los dos perdemos,
sin perdedor, porque los dos ganamos.
y tan atados nuestros corazones,
ya concertadas las inclinaciones
y confundidas las naturalezas,
que nuestros argumentos y razones
y nuestras alegrías y tristezas
están jugando al ajedrez con piezas
iguales en color y proporciones.
En el tablero de la vida vemos
empeñados a dos que conocemos,
a pesar de que no diferenciamos,
en un juego amoroso que sabemos
sin ganador, porque los dos perdemos,
sin perdedor, porque los dos ganamos.
[ Francisco Luis Bernardez, «Soneto del amor unitivo - La ciudad sin Laura», 1938, respigado aqui]
Só conhecia o II soneto de Borges.
ResponderEliminarHá também um poema,com o xadrez,de Ricardo Reis e que começa:"Ouvi contar que outrora, quando a Pérsia / Tinha não sei qual guerra..."
Sim, tem razão, há também o poema do Ricardo Reis, mas desta vez escolhi dois argentinos de alguma maneira ligados a Portugal.
ResponderEliminarDescobri a poesia do Borges através do «La lluvia», que já aqui «postei», e que me foi enviado por uma Amiga, de quem, aliás, tenho saudades, porque ela costumava aparecer por aqui e agora há muito tempo não a leio. Esta Antologia, que foi organizada pelo próprio Poeta, parece-me notável. Gosto muito, muito mesmo, da poesia dele.
O soneto é muito bonito. Não conhecia.
ResponderEliminarGostei especialmente desta estrofe:
"Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero
oblicuo arfil y peones agresores".
Vou pensar nestes três versos:
"En el tablero de la vida vemos
empeñados a dos que conocemos,
a pesar de que no diferenciamos"...